Cómo escribo
Escribo a mano y hago muchas, muchas
correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada
palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después
hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.
Me gustaría trabajar todos los
días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que
salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las
arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy
un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un
escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo.
Así que trato de evitarlo.
Siempre tengo una cantidad de
proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría
escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese
libro.
Cuando escribo un libro que es pura
invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la
vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me
gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy
escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida
cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de
invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón,
más sincero.
Italo Calvino
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