El arte del cuento (fragmento)
Siempre he oído decir que el cuento
es uno de los géneros literarios más difíciles; y siempre he tratado de
descubrir por qué la gente tiene tal impresión respecto de lo que considero una
de las formas más naturales y básicas de la expresión humana.
Aún me inclino a pensar que la
mayor parte de la gente posee una cierta capacidad innata para contar
historias; capacidad que suele perderse, sin embargo, en el camino. Por
supuesto, la capacidad de crear vida con palabras es esencialmente un don. Si
uno lo posee desde el inicio, podrá desarrollarlo; pero si uno carece de él,
mejor será que se dedique a otra cosa.
No obstante, he podido advertir que
son las personas que carecen de tal don, las que, con mayor frecuencia, parecen
poseídas por el demonio de escribir cuentos. Estoy segura que son ellas quienes
escriben los libros y los artículos sobre “cómo se escribe un cuento”.
Un cuento es una acción dramática
completa, y en los buenos cuentos los personajes se muestran por medio de la
acción, y la acción es controlada por medio de los personajes. Y como
consecuencia de toda la experiencia presentada al lector se deriva el
significado de la historia. Por mi parte prefiero decir que un cuento es un
acontecimiento dramático que implica a una persona, en tanto comparte con
nosotros una condición humana general, y en tanto se halla en una situación muy
específica. Un cuento compromete, de un modo dramático, el misterio de la
personalidad humana.
Para el escritor de ficciones, en
el ojo se encuentra la vara con que ha de medirse cada cosa; y el ojo es un
órgano que además de abarcar cuanto se puede ver del mundo, compromete con
frecuencia nuestra personalidad entera. Involucra, por ejemplo, nuestra
facultad de juzgar. Juzgar es un acto que tiene su origen en el acto de ver. En
la escritura de ficción, salvo en muy contadas ocasiones, el trabajo no
consiste en decir cosas, sino en mostrarlas.
Un buen cuento no puede ser
reducido, solo puede ser expandido. Un cuento es bueno cuando ustedes pueden
seguir viendo más y más cosas en él, y cuando, pese a todo, sigue escapándose
de uno.
En la mayoría de los buenos cuentos
es la personalidad del personaje lo que crea la acción de la historia. En la
mayoría de esos cuentos, siento que el escritor ha pensado en una acción y
luego seleccionado un personaje para que la lleve a cabo. Usualmente, existen
más probabilidades de llegar a un buen fin si se comienza de otra manera. Si se
parte de un personaje real estamos en camino de que algo pase antes de empezar
a escribir, no se necesita saber qué. En verdad, puede ser mejor que uno ignore
lo que sucederá. Cada uno debe ser capaz de descubrir algo en el cuento que
escriba.
Mary Flannery O'Connor
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