Lecciones de estilo

1- El redactor ha de tener presente que la claridad, la precisión y la fluidez determinan la calidad de un escrito. En el lenguaje hablado, el gesto o la entonación pueden sustituir a la palabra. Cuando escribimos, cada palabra debe tener un sentido comprensible para la mayoría, debe tener una función comunicativa definida.
2- Se dominarán ampliamente los principios de Ortografía y Gramática que estable la Academia. Se aprenderá a utilizar los elementos de redacción que son imprescindibles para expresarse de acuerdo con las pautas reconocidas y aceptadas por los maestros del idioma.
3- Se dispondrá de un vocabulario rico y amplio, que se ajuste al tono y el propósito del escrito. Es evidente que las expresiones permisibles en un artículo deportivo estarían fuera de lugar en un comentario editorial.
4- El palabreo inútil, el estilo pesado y retórico, los vanos alardes sintácticos revelan falta de orden, lógica y concentración. Hay que huir del rebuscamiento, los lugares comunes y la monotonía.
5- Las palabras se utilizarán con propiedad. Se les dará un orden lógico y claro en el discurso. Siempre que existan dudas respecto a su uso, se consultarán las obras que puedan aclararlas.
6- El estilo está vinculado íntimamente a la personalidad del escritor. Es posible afirmar que se desarrolla en la medida en que ella madura. Sin embargo, el estilo puede ser bueno o malo. Por eso, se requiere técnica y los conocimientos para darle la mayor perfección posible en todos los sentidos.
7- Para elaborar un estilo depurado, es necesario tener una estructura básica sólida en el discurso. Cuando se analiza un buen artículo periodístico, vemos que siempre hay una idea principal, bien definida, a la que se añaden las ideas secundarias.
8- El enlace entre la idea central y las secundarias debe ser siempre armonioso y lógico.
9- Evítese el adjetivo innecesario. La abundancia de estas palabras no siempre contribuye a la claridad. El principio debe ser la búsqueda del adjetivo preciso.
10- Se recurrirá a las palabras extranjeras o neologismos solo cuando sea imprescindible.

11- Se pondrá el mayor cuidado posible en cuanto al uso de: adverbios terminados en –mente, el gerundio, el verbo haber, las conjunciones y preposiciones.
12- Hay que determinar el nivel de lenguaje apropiado para cada forma periodística o literaria. Siempre se tendrá presente el público al cual va dirigido el texto que redactamos.
13- No existirá ninguna tregua para los vicios del idioma. No solo hay que prevenir los errores ortográficos o gramaticales, sino también otros a los que corrientemente se les presta menos atención: cacofonía, anfibología, redundancia y monotonía.
14- Las imitaciones nunca son buenas. Siempre se dará preferencia al estilo propio. Si aún no ha alcanzado el nivel que deseamos, perfeccionaremos la técnica. Los grandes escritores y periodistas tienen estilos muy definidos e inconfundibles entre sí, pero todos ellos tienen algo en común: amplios conocimientos del idioma y una técnica impecable.
15- La revisión y la corrección son imprescindibles. Ellas nos permitirán depurar paulatinamente el estilo. Sin embargo, no se caerá en la manía del perfeccionismo. El idioma es algo vivo, en constante transformación, por lo que tampoco es irreprochable. Lo que ayer era todavía un error grave hoy puede ser impreso con todas las aprobaciones.

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